lunes, 12 de octubre de 2009

El Sindrome del Arca

Muy buena historia que lei en clase de administracion, que ilustra perfectamente como las personas pierden la MISION de sus actos


En cierta ocasión hizo Dios llamar al cielo al rey de un país: “No voy a darle mayores detalles”, le dijo “pero necesito que hagas construir, en el plazo de un mes, un arca bien grande”.

El Rey regresó a su palacio y le contó a un amigo sobre la orden que le había dado Dios. “No te preocupes”, le contestó el amigo, “al otro lado de la montaña vive un viejo fabricante de arcas; él te solucionará ese problema”. El viejo fue llamado entonces al palacio y el res le mandó a fabricar el arca más grande de que fuese capaz. El anciano recibió la orden taciturno y regresó a su taller donde por generaciones, se habían construido las mejores arcas del reino.
Pero uno de los sabios del consejo real encontró conveniente aconsejar al Rey al respecto. “Majestad”, le dijo, “si se trata de Dios, me parece imprudente adjudicar al viejito la construcción del arca; su técnica es artesanal y está ampliamente superada por el Know-how moderno. Le recomiendo crear un grupo de trabajo Interdisciplinario e intersectorial que coordine el PROYARCA, como podríamos denominar el proyecto”.

A los 15 días el viejito ya tenía lista la madera; pero los técnicos dudaron de su calidad. Por tal motivo, recomendaron al rey crear una compañía que investigara en los bosques del reino y se encargara del aprovisionamiento de madera para el proyecto. Se decidió entonces crear MADERARCA, una empresa que tendría ventaja adicional de concurrir al mercado y obtener ganancias. Pero como la empresa no podía quedar al árbitro del grupo de expertos, se creó la superintendencia a la que se denomino SUPERARCA.

A los 20 días se descubrió un gigantesco robo de materiales en SUPERARCA, que ya para entonces disponía de cientos de empleados. Para evitar nuevos desfalcos se creó una Gerencia de Control, de la que se responsabilizó a un funcionario muy honrado y a la que se dio nombre de GERARCA, el gerente despidió mil funcionarios, con la colaboración de otros dos mil que contrató.
Pasaron 25 dias del encuentro del Rey con Dios, MADERARCA había producido cuantiosas ganancias, superadas ligeramente por las obtenidas por SUPERACA en las fincas de apoyo que mantenía para contribuir con el proyecto.

Mientras tanto el viejito, olvidado por los sabios y expertos, fue a la capital del reino por recursos para continuar su labor. Allí se enteró de que el dinero que inicialmente le habían asignado había sido trasladado al departamento de Relaciones e Imagen – IMARCA -, responsable de la imagen publicitaria del proyecto. Se presento entonces donde el virrey, que por esa época había sido nombrado presidente de una compañía subsidiaria, COMARCA, encargada en la comercialización de productos. Al presentar sus argumentos fue acusado de oponerse al sistema PROARCA, controlado por computadoras y con suerte pudo evitar ser detenido bajo cargos por saboteo de la programación.

Cumplido el plazo, el rey fue llamado nuevamente ante Dios “y el arca?”. “Señor tienes que darme 15 días más. Tenemos 250 hombres trabajando día y noche en el proyecto. Aun no hemos comenzado el montaje; pero aprovechando la versatilidad de los experto hemos logrado obtener algunas ganancias”. “Muy Bien”, accedió Dios, sin antes alertarlo sobre la necesidad de “tener el arca concluida dentro del nuevo plazo”.

De regreso al palacio, el rey convocó a sabios y expertos y determino que COMARCA apresurase su labor. Para tal efecto, fue instituido un comité internacional. Se trabajo sin descanso y pasados 10 días, se contaba ya con la estructura, a los 12 días se perfilaba la proa, a los 13 la popa. Pasados 14 días, el Coordinador en una ceremonia ampliamente cubierta e ilustrada por la prensa, inauguró la puesta de la primera tabla.

Al día siguiente del evento, se enteró el rey que sería necesario solicitar un nuevo aplazamiento de 10 días para la entrega del arca. Y en contra de su voluntad, no tuvo más remedio que acudir al cielo para tal propósito. Sin embargo, Dios no lo recibió. Le envió un santo, quien le comunico la mala noticia: “No habrá aplazamiento. Dice Dios que ya le dio una prorroga suficiente para cumplir con el compromiso”.
Se regreso a su reino, el rey empezó a sentir una llovizna que poco a poco fue convirtiéndose en fuerte lluvia. Pasados 3 días seguía lloviendo. El gran salón Dorado estaba inundado, así como todo el país. La gente, desconcertada tenia el agua a la cintura.

Reunido el rey con sus sabios, técnicos y expertos para analizar la situación, sucedió que uno de ellos diviso a través de una ventana, una pequeña mancha que asomaba en el horizonte. Era un barco ó mejor, un arca!

Y esa arca? Pregunto el rey, “quien es el dueño?”. Supo entonces, que se trataba del anciano Noé quien en su arca solo llevaba animales. Paso lentamente frente a ellos mientras que el rey, los ministros, sabios y los técnicos continuaban reunidos, con el agua al cuello, buscándole una solución al problema.


Adaptado de Anthony de Melo por Myriam Ruiz Rodriguez